POSTED BY
FRED GWYNNE
En respuesta a MONO NO SIEMPRE ES UN INSULTO RACISTA
Mi mafioso Geryon:
Yo, he de confesarlo, soy racista y xenófobo. Así dicho, de
entrada, sin más explicaciones, entiendo que te suene muy mal y que te estés
planteando dejar de leerme. Por si te sirve de algo, por si tienes dudas, he de
decirte que yo haría lo mismo. No leería una línea más, borraría mi foto del
blog y saldría por patas. Esperar a que alguien te dé explicaciones para algo
que nunca las puede tener, es una estupidez y no merece la pena perder el
tiempo en ello.
Si esta dolorosa afirmación no te ha hecho salir corriendo,
imagino que es porque sabes que el humor impregna mis salivazos, y que tarde o
temprano te lo explicaré todo con algún precioso whatsap.
Soy racista. Si, lo soy, pero soy un racista global,
intermitente y de fiestas de guardar. Soy un racista global porque odio a todas
las razas por igual. Digamos que he globalizado mi rencor. Todas me parecen
igual de estúpidas y deleznables. Todas capaces de matarse por dos letras, una
frontera, cuatro religiones y lo que es más increíble, por unos colores de
fútbol. Blancos, negros, amarillos, verdes, rojos y azules. Me da exactamente
igual. No tenemos remedio.
Si yo tuviese que demostrar que todas las razas son iguales
me bastaría con decir que la congénita gilipollez humana abarca al mundo
entero. La avaricia, la violencia, la corrupción, el odio, la envidia, la
hipocresía y la estupidez son globales. Nos pertenecen a todos. Del
primero al último. Ser blanco o negro no nos inmuniza.
Los cuatro imbéciles que hacen el mono en un campo de fútbol
deberían pensar, aunque insultar haciendo el mono y pensar creo que son
actitudes totalmente incompatibles, que lo único que están haciendo es
reproducir a sus ancestros.
(SIGUE)
(SIGUE)
Hasta aquí la primera explicación. Pasemos a la segunda. Soy
un racista intermitente. Hoy si. Mañana no. Mañana sí. Hoy no. No tengo término
medio. Hay días que amo a todo el mundo y a todas las razas. Días en los que me
levanto menos ácido, más optimista y pienso que todavía tenemos remedio. Que en
algún lado, en alguna remota esquina, hay gente que piensa que la mitad del
planeta se muera de hambre no conduce a nada. Gente que piensa y va más allá.
Gente que actúa en consecuencia. Gente que se pringa, trabaja, lucha por
cambiarlo y mueve su granito de arena aunque esté sepultado por una montaña.
Hay mucho blanquito que cuando hace régimen, o cuando abre la nevera, o cuando
enciende su ipad, o cuando va de vacaciones, o cuando se toma el aperitivo, o
cuando lee toda esta demagogia barata piensa que el mundo gira al revés.
Y yo, desgraciadamente, soy uno de esos blanquitos que lo
piensa. Yo escribo y no hago nada. Suelto lastre. Remuevo mi conciencia para
volver a dejarla parada. Insulto a los políticos, veo en la tele a hinchados
negritos muriendo de hambre y me termino el postre.
Y a veces, cada vez más, no hace falta encender la tele para
indignarte: aquí mismo, no muy lejos de mi casa, veo sobres, corrupción,
políticos indecentes, paro y miseria. Lo veo y me siento un privilegiado. Eso
si un privilegiado con la conciencia
sucia hasta que termine de escribir. Luego mi confortable mundo seguirá girando
a mi alrededor y alrededor de todas las razas.
Lo de ser un racista de fiestas de guardar me cuesta más
explicarlo. Es un racismo que experimento normalmente los domingos y que se
manifiesta de forma indiscriminada. Odio a todo el mundo y a todas las razas.
Desprecio a los hombres, mujeres, niños, perros, blancos, negros, asiáticos,
gatos, cacatúas, policías, actores, árbitros, flores, domingueros y montañeros.
Odio la tele, la radio y la prensa.
Odio Internet. Odio este artículo y os odio a vosotros. Tengo encono, inquina y
ojeriza a todo lo que se mueve y aversión a todo lo que se está quieto. Soy un
odio con patas.
Los motivos no acabo de tenerlos claros. Lo único que sé es que se suelen manifestar cuando mi equipo
pierde…
Lo de la xenofobia tiene que ver con mi cuerpo. Y mi cuerpo
me dice continuamente que no soporto a los japoneses. Me fabricaron cogiendo
diferentes partes al tuntún y al tontón. Un brazo por aquí, una pierna por
allá, un cerebro por acullá, un poquito de rosca-chapa y órganos a tutiplé. Una
mezcolanza que dio como resultado alguien desencantado del mundo, un inadaptado
con patas largas y cerebro corto.
A mí, sinceramente, me daba igual tener el cerebro de un
blanco o un negro, los pies de un esquimal o las manos de un chino. Me daba
todo igual. Soy de muy buen conformar y detesto molestar. Ahora bien, puestos a
elegir un miembro importante, puestos a elegir el miembro, hubiese preferido
alguno más oscurito y no el del ridículo japonés que me tocó en suerte…
Y antes de terminar, que luego dicen que me salgo por las
costuras, un poquito de fútbol para endulzar
tanta demagogia barata. Unas
pequeñas pinceladas de trazo grueso y soez.
Pincelada negra: el teatrero de Alves se ha quejado de
racismo en el Bernabéu y desde aquí tengo que darle la razón. Tengo que dársela
y tengo que quitársela. Se la doy porque es verdad que le han insultado y se la
quito porque no le escuché decir lo mismo cuando un compañero le llamo mono a
Marcelo, o cuando en su estadio se reproducen los mismos insultos y los mismos
comportamientos. A veces uno escucha lo que quiere. Que te insulten los del
equipo contrario no exime de condenar los insultos del propio. Una vez más, es
una mera cuestión de simetrías.
Pincelada incolora: después
del partido de Copa, y una vez vistas y oídas las ridículas quejas culés, he
llegado a la conclusión de que lo que de verdad persigue el Barcelona es jugar
solo. Pasarse horas y horas moviendo la pelota en un rondo infinito, un rondo
sin ninguna oposición, sin contacto físico y con reglas “ad hoc”.
Quieren jugar un partido light, desnatado, sin roces, sin
oposición, sin lucha, sin sudor y sin fútbol. Un partido con once jugadores.
Los suyos. Once teatreros del balón y un árbitro que les alabe los pases.
Pincelada húmeda y pegajosa: decir que Xabi Alonso, por una
ridícula y rastrera campaña para calentar el partido de vuelta y condicionar a
los árbitros, se ha convertido ahora en una “máquina de matar y segar piernas”
es una estupidez y una majadería solo al alcance de periodistas con menos
cerebro que sus ancestros que saltaban por los árboles.
A mí, que soy muy mal pensado con esto de la prensa, me da
que el problema de fondo es que más de uno quería que se pusiese alguna que
otra camiseta debajo de la suya y que tuviese una novia periodista que largase
de Mou.
Y no, no es el caso. Xabi es Xabi. Gure Xabi. El de Anoeta y
el del Bernabéu.
Y hablando de campañas, a ver si me aclaro: o sea que Messi mete goles con la mano, da golpes por la
espalda, insulta, abronca a canteranos y compañeros, pega pelotazos al público,
recrimina a los árbitros, simula penaltis, espera en los parking y escupe
colonia a jugadores y a banquillos y
¿El que se ha vuelto el enemigo público número uno es Xabi Alonso por
tocarle la cara?
Pincelada blanca: Cristiano pone la ceja, los tobillos y la
tristeza para que se la partan. Pone a Portugal para que lo insulten y pone lo
que hay que poner para que mucho cenutrio siga cuestionándolo y comparándolo
con Messi.
Las pinceladas ya están dadas. Lo único que deseo es que el
mejor cuadro, el décimo, acabe
pintándolo el que juega en el único equipo del mundo que ha sido capaz de
pintar los otros nueve…
Leído Fred:
ResponderEliminarEn esta ocasión su post me ha gustado mucho, lo he leído con atención desde la primera hasta la última letra, y seguramente lo releeré, enhorabuena. Ahora bien, alguna cosita que contarte. Tú no odias a nadie. Con leer algunos post de tu blog y estos dos en casa de Geryon, se ve a leguas que tu amas más que odias. Xabi Alonso, pese a la total confianza que Mou le ha mostrado siempre, no le corresponde como debe. En ocasiones habla con la boca chica y calla más que habla hablando mientras calla. No me gusta el donostiarra. Y una última, ¿alguna vez el mundo ha girado en el sentido correcto?,y hablo desde que poblamos este joven planeta. Quizá siempre.
Saludos.
Sublime Fred
ResponderEliminarAgu39, tienes toda la razón. No valgo para odiar. Soy un monstruo fracasado que no asusta ni a los niños. Soy un monstruo de pega..
ResponderEliminarOtro saludo para ti y me alegro que esta vez te haya gustado.
David, con comentarios como este voy a tener que empezar a ser racista hasta con mi ego...
ResponderEliminarGracias.